En las idílicas tierras de la Denominación de Origen Bierzo, donde los vientos frescos del noroeste acarician las laderas montañosas, se encuentra nuestro hogar, el hogar de Bodegas Godelia, un santuario vitivinícola y pasión por el vino. En esta tierra de contrastes, donde los inviernos son gélidos y los veranos templados, el ciclo de la vid en realidad nunca se detiene. Es en esta temporada de calma y recogimiento que los verdaderos guardianes del viñedo, los viticultores y equipo de campo de Godelia, despliegan su arte y conocimiento para preparar el terreno para la próxima cosecha.

Los meses de invierno en el Bierzo son una época crucial en el ciclo anual de la vid. Mientras la naturaleza se sumerge en su letargo invernal, los viñedos de Mencía y Godello de Bodegas Godelia se someten a una serie de cuidados meticulosos que aseguran su vitalidad y calidad en las cosechas venideras. Es en estos días fríos y claros cuando el equipo de viticultura se adentra en los campos, armados con herramientas y conocimientos transmitidos a través de generaciones.

Uno de los trabajos más importantes en esta época del año es la poda de invierno. Con habilidad y paciencia, los viticultores recorren cada hilera de viñedos, seleccionando cuidadosamente los sarmientos que serán eliminados para permitir que la vid concentre su energía en los brotes más vigorosos. Esta labor, que requiere tanto destreza como intuición, sienta las bases para el equilibrio vegetativo de la planta y la calidad de la futura vendimia.

Pero el cuidado del viñedo en invierno va más allá de la poda. Es también un momento para el cuidado del suelo, la protección contra las inclemencias del clima y la planificación meticulosa para el ciclo vegetativo que se avecina. En Bodegas Godelia aplicamos técnicas sostenibles para enriquecer la biodiversidad del terreno, promoviendo la salud del suelo y la vitalidad de las cepas.

A medida que el invierno cede paso a la primavera, el trabajo en el viñedo de Godelia continúa, con la promesa de una nueva cosecha que llevará consigo la esencia única de estas tierras bercianas. Cada brote que despunta, cada racimo que madura, es el fruto del esmero y la dedicación de aquellos que entienden que el verdadero arte del vino comienza en la viña.

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