Estos días hay mucho movimiento en Bodegas Godelia, todos nos estamos reactivando y la maquinaria se pone en marcha en nuestra bodega a su ritmo habitual. De hecho, esta semana estamos embotellando nuestro Godelia Godello 2019, después de haber pasado una crianza sobre lías en el depósito durante 5 meses.

El embotellado es un proceso clave en la bodega, pues es la última vez que podemos imprimir nuestro sello en la elaboración antes de que el vino llegue a vuestras copas. Es por ello que queremos compartir con vosotros cómo lo hacemos.

Antes del embotellado debemos preparar el vino para ello: estabilizar, clarificar y filtrar levemente para beber un vino limpio.  En Godelia no nos gusta filtrar los vinos en exceso, puesto que cuanto más agresiva sea la filtración, mayor cantidad de elementos se quedan en el filtro en lugar de llegar a nuestro paladar, incluyendo aromas y sabores  que no queremos perder.

Antes de proceder al embotellado hacemos una última analítica y corrección de sulfuroso para que el vino se conserve sin alteraciones dentro de la botella. Ni que decir tiene que previamente hemos pasado horas y horas pensando en el resultado final, el “coupage” del vino, y catando antes de clarificarlo y filtrarlo.

La línea de embotellado

El primer paso el día del embotellado es la preparación de la máquina. Nuestra máxima es la limpieza, así que nos empleamos a fondo para que la línea esté desinfectada y limpia para que el vino no sufra ningún tipo de alteración.

El proceso del embotellado comienza con la limpieza de botellas, la máquina de embotellar aplica un chorro de agua y lava las botellas de posibles impurezas, a continuación se soplan con gas inerte y se llenan de vino con la cantidad que decidimos. Es importante la cantidad de espacio que dejamos sin llenar. Este espacio ha de ser del menor tamaño posible, pero suficiente ya que debemos de tener en cuenta que el tapón se expande y que el vino puede sufrir dilataciones por cambios de temperatura.

Antes de comenzar el embotellado siempre medimos la temperatura del vino, para determinar la cantidad justa de líquido a llenar.

Una vez llena la botella con la cantidad exacta de vino, se procede al tapado, pero justo antes, se inyecta una pequeña cantidad de nitrógeno  para evitar la oxidación del vino  y se coloca el tapón aplicando vacío.

Almacenamiento del vino

Una vez que el vino es embotellado y tapado, permanece en posición vertical durante 24 horas, de este modo dejamos que el corcho se expanda totalmente y las botellas queden perfectamente selladas. Es entonces cuando las tumbamos para que el vino esté en contacto con el corcho y éste no se reseque, favoreciendo la microoxigenación natural. Las botellas descansan en bodega un tiempo hasta ser etiquetadas para llegar a vuestras mesas.

Encapsulado y etiquetado

Cuando llega el momento adecuado, vestimos a nuestros vinos con esmero para su salida al mercado. Es el momento de ataviarlas con su “traje” cuando las botellas pasan por la encapsuladora y etiquetadora, que es el paso final antes de encajarlas para su transporte.

Tras ello, el último paso es que salgan de nuestra bodega en El Bierzo hacia vuestras copas.

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