La principal premisa de todo elaborador de vinos debe o debería ser la humildad. Respetar el origen, la historia, esperar a la naturaleza. Así lo hemos aprendido principalmente con variedades como la Godello. Casualmente un varietal que tan sólo representa el 4% de la uva que se cultiva en nuestra región, el Bierzo.
Con la Godello esperamos, escuchamos a la viña. Preferimos no inventar y que sea ella la que nos guíe, la que nos hable. En el mundo del vino parece que habíamos olvidado por qué hacíamos las cosas. Esto es un arte con el que vivir momentos, con el que emocionar. A veces es mejor no inventar nada que hacerlo. Así lo sentimos con nuestra Godello, una variedad blanca adaptada a las laderas del Bierzo, poco productiva, de rotación precoz y maduración temprana.
Los viñedos de Godello con los que trabajamos en Godelia van conducidos en espaldera, debido entre otros motivos a la fragilidad de la vegetación al fuerte viento en la época de floración.
Una variedad con una pigmentación de la pulpa prácticamente ausente, muy débil, que nos aporta un perfil aromático complejo, menos definido que otras variedades blancas. Dicho así parece el bicho raro de las variedades blancas, pero nada más lejos de la realidad. La Godello, bien trabajada (porque sí, intervenimos en la viña, cuidándola, respetándola, orientándola en cada paso a lo que creemos mejor) es una variedad muy interesante para la crianza sobre lías, estabilizando su carácter y ganando en untuosidad y volumen. Así hacemos por ejemplo con nuestro Godelia Godello, que permanece en contacto sobre lías finas durante unos cinco meses.
Pero lo más bonito de la Godello viene también con su gran capacidad de envejecimiento en roble, gracias a su acidez y estructura. Tras esto su evolución en botella nos maravilla, y nos enseña a la vez. Nos descubre el espectacular potencial de esta variedad. La fruta madura, la miel de acacia, el membrillo… esas notas nos apasionan. Las encontramos hoy en nuestro Selección Godello 2016. Un vino que criamos durante ocho meses en huevos de cemento y barricas nuevas de roble francés de 350 y 500 litros elaboradas por Francis Miquel. Catamos la 2016, recién reconocida en la guía nacional Wineup con 93,08 puntos, lo que lo sitúa como una de las Godello mejor valoradas, y nos emociona sentir que es un vino todavía con mucha vida por delante.
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